Lo ocurrido durante esta última semana en el seno del PSOE me ha confirmado que la decisión de dejar de votar a los socialistas en las últimas elecciones (europeas, municipales y nacionales), fue un gran acierto. Cualquier intento de renovación se frustra cuando el elegido para llevarlo a cabo no es fiel al aparato. En el fondo quienes mandan de verdad necesitan un títere para manejarle a su antojo, y si se revela se le corta la cabeza, aunque sea a través de un golpe de estado urdido a espaldas de los principios democráticos que deben de presidir un partido que se define socialista. Porque si a Pedro Sánchez lo eligieron los militantes, son ellos, y nadie más, los únicos legitimados para cesarlo en su cargo.
Después de lo ocurrido en las últimas horas, en las que la manipulación informativa de los principales medios de comunicación fue escandalosa, el partido socialista sale muy tocado, y es más que probable que nunca se recupere. Porque las sucias maniobras de Susana Díaz, imponiendo en la última votación del Comité Ejecutivo la mano alzada para controlar al personal, la han puesto en evidencia, por mucho que se sienta vencedora en el seno de su partido. Y resulta muy hipócrita que quien ha prendido la llama, se ofrezca para reparar los daños causados.
Pero todo tiene solución. Qué mejor que Javier Fernández para presidir la Gestora. Un político, que lleva toda la vida en política, creciendo bajo el manto de José Angel Fernández Villa, cuya ineptitud e incapacidad para poder gobernar Asturias ya la ha demostrado con creces, y que en su “haber” se puede apuntar el hecho de que lleva meses defendiendo la abstención de su partido para que gobierne Rajoy. Dicen que es fiel al partido y apreciado por el resto de los barones; pues ahora puede demostrarlo cerrando definitivamente la puerta a cualquier pacto para un gobierno de progreso.