Pedro Sánchez nunca fue santo de mi devoción, pero debo de reconocer que hace algo más de dos años fue refrendado en un Congreso por aclamación como Secretario General del PSOE, después de haber resultado elegido en unas primarias por los militantes socialistas, los únicos legitimados para decidir el destino de su partido. En su primer discurso prometió una renovación profunda del partido, y llevar a cabo políticas de izquierdas. Y lo que muchos creimos era una falacia, visto lo acontecido en las últimas horas podemos pensar que era toda una intención, que no pudo llevar a la práctica porque los mismos que le apoyaron, instalados a perpetuidad en el aparato, se lo han impedido, y ahora se lanzan a su yugular para defenestrarlo. Son los de siempre, los que se consideran dueños del partido y de la decisión de sus militantes, e incluso de la voluntad de sus votantes.
Hace unas horas Pablo Iglesias afirmaba que “hacer caer a un secretario general elegido por las bases es un fraude“; sí, un fraude más de quienes componen el aparato, de los que se han perpetuado en el poder utilizando a su antojo las puertas giratorias, o encubriendo la corrupción de su propio partido, o mintiendo a sus votantes con promesas que sabían no iban a ser cumplidas. Porque solo los militantes del PSOE pueden revocar en unas primarias el nombramiento de un secretario general que ellos mismos eligieron, si queremos respetar de verdad las reglas de la democracia.
Lo lamentable es que tuvo que salir a la palestra un patético personaje como Felipe González, para que todo se acelerase. ¿No quería el PSOE renovarse y pasar página?. Pues ya sabemos quiénes mandan en el partido, los de siempre, aquellos que se han olvidado de lo que es ser de izquierdas de verdad, y su única intención es perpetuarse en el poder. Piensan que en unos meses todo se olvidará y que el partido socialista superará la crisis, como ya hizo en otras ocasiones. Pero se equivocan, ahora no están solos y tienen una dura competencia, por lo que la pérdida de votos será clamorosa, hasta convertirlos en un partido testimonial. Si Pablo Iglesias, el Fundador, levantase la cabeza, haría una purga en profundidad; pero ahora hay otro Pablo Iglesias, el de Podemos, que sí actúa con inteligencia, puede dar el “zarpazo” definitivo, aunque para ello deberá llevar a cabo su propia limpieza.
Pedro Sánchez ya es un cadáver político. Muy pronto muchos de quienes le apoyaron le dejarán solo, porque en política las traiciones son habituales y es preciso estar bien posicionado para mantenerse en el poder cuando se observan cambios inmediatos en la dirección. Está por conocerse la posición de los militantes, pero es evidente que si Rajoy es elegido presidente con la abstención del PSOE, lo que ahora puede verse como muy probable, muchos de sus votantes le abandonarán definitivamente en busca de una nueva opción política. De hecho, en estos momentos, el partido socialista parece estar muerto, y para siempre, salvo que surga un milagro, en el que muy pocos ya creen.